De FaceApp y de cómo nos hacemos mayores.

FaceApp es la aplicación de moda entre los famosos (y los no tanto). Esta aplicación gratuita permite editar fotos empleando inteligencia artificial. El programa nos permite que, mediante el uso de filtros, podamos parecer más viejos, más jóvenes, de otro sexo, o incluso sonreír o tener más barba, con un realismo sorprendente.

Hasta aquí, todo perfecto. El problema surge cuando indagamos en la política de privacidad, la cual es lo suficientemente parca y ambigua para que nos planteemos si aceptar o no esas condiciones.

El primer inconveniente que plantea es que el responsable de los datos, es decir, quien los almacena y trata, se encuentra en Rusia, fuera de la Unión Europea, lo cual dificulta la aplicación de la normativa comunitaria que resulta más exigente que en el resto de países.

Ahora bien, esto no debería de resultar un problema, pues el propio RGPD se aplica al tratamiento de datos personales de usuarios residentes en la Unión Europea, aunque el responsable o encargado no esté establecido en la Unión… Pero esto no se cumple en la mayoría de los casos.

A esta cuestión hay que añadirle los términos de uso abusivos que se aceptan y que conducen al usuario a una absoluta inseguridad y desprotección.

En este sentido, con el uso de la aplicación le otorgamos a FaceApp “una licencia perpetua, irrevocable, no exclusiva, sin royalties, en todo el mundo, totalmente pagada y con licencia transferible para usar, reproducir, modificar, adaptar, publicar, traducir, crear trabajos derivados, distribuir, realizar públicamente y mostrar el contenido del usuario y cualquier nombre, nombre de usuario o imagen proporcionados, sin compensación alguna”.

Además, en dichos términos y condiciones, se incluye que, al acceder o utilizar la aplicación, el usuario acepta “el procesamiento, la transferencia y el almacenamiento de su información en los Estados Unidos y en otros países, donde es posible que no tengan los mismos derechos y protecciones que tiene la ley local”, sin especificar en ningún momento a que entidades se les comunican dichos datos y para qué fines.

En consecuencia, los derechos de protección de datos se ven limitados, impidiendo el derecho de acceso a la información que puedan disponer del usuario, así como, a qué terceros países o entidades se han comunicado los datos, o el derecho al olvido y la supresión de la información, incluida la imagen, que dispongan.

Un último problema que plantea es que FaceApp no solo puede alterar la imagen del usuario sino también la de cualquier persona que él suba a la nube, lo cual puede afectar al derecho al honor, la imagen y la intimidad de esa persona.

Nada nuevo en el paraíso…

FaceApp solamente se trata de la última herramienta de moda dentro del grupo de las conocidas como Deepfakes Apps, termino anglosajón para aplicaciones que permiten generar vídeos o imágenes falsas creadas mediante inteligencia artificial, con resultados hiperrealistas, a partir de vídeos e imágenes ya existentes.

Llegados a este punto, si nos dijeran que un producto no cumple con la normativa de aplicación o unos estándares de calidad adecuados, ¿seguiríamos comprando el producto? Seguramente no. Entonces, ¿por qué seguimos utilizando herramientas que no cumplen con la normativa de protección de datos y nos da igual lo que hagan con nuestra información? Seguramente porque no somos conscientes de los fines y las consecuencias… ¿Y por qué permiten su comercialización si no cumple la normativa? Seguramente haya a quiénes les interese que cedamos toda esta información “gratis”.

Las implicaciones legales del uso de dichas aplicaciones para el honor, la imagen y la intimidad de las personas, han conllevado su veto en determinadas plataformas o países.

Si estas pensando en desarrollar tu propia aplicación (o eres creador de FaceApp, ?), en Legitec tenemos experiencia en el asesoramiento jurídico necesario para su puesta en marcha y evitar así problemas futuros.

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